Rachel Mann nos trae una balada pop con un sonido hermoso y relajante, que nos envuelve en una acogedora atmósfera de paz. La instrumentación es simplemente exquisita, hay un piano tranquilo que marca la pauta con sus suaves acordes, acompañado por una batería que pulsa con la misma calma y lo mejor, un juego de cuerdas que no me aventuro a decir qué instrumentos es, pero podría tratarse de violín y violoncello que se entrelazan, añadiendo una capa emotiva y profunda a esta pieza.
La voz de Rachel también es hermosa y super bien entonada, fluye con una energía natural que se acopla perfectamente a la melodía y a este estilo. Su interpretación es fundamental para transmitir el mensaje de la canción. Es un tema cristiano que aborda el sentimiento de fe y vulnerabilidad, de entrega ante Dios y de presentarse tal cual es. Durante el minuto 2:42 el ritmo varía un poco agregando solamente una pizca de intensidad y cambiando a un estilo que se siente más como gospel.
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