Una canción con raíces rotas y melodías que sanan. En Bloodlines, Gemma Laurence nos entrega una pieza de indie folk visceral que late con el pulso de la memoria, el trauma y el deseo de conexión. Además a medio camino de la nostalgia, y la herida abierta, éste tema encontró el lugar para narrar la historia de dos amantes marcados por un pasado que aún arde bajo su superficie.
Musicalmente, la artista se aleja de los caminos tradicionales del folk y más bien se dedica a explorar sonidos más grunge y texturizados, en donde las guitarras eléctricas lloran con fuerza y rugen con intención y los beats flotan junto a detalles acústicos de cuerdas, y a su vez se entrelazan con una precisión etérea. Como resultado, tenemos un paisaje sonoro crudo pero humano y poético. Por otro lado, el corazón de la canción es la voz de Laurence, al sonar melódica y honesta, es la única capaz de sostener de manera tierna la rabia que hay en todo el tema.
La pieza será tu mejor compañía en la incertidumbre, sobre todo para aquellos amantes del indie folk que aprecian la emoción sin filtros.
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