Rob Shore nos presenta éste tema como una propuesta que apostó con éxito por el camino del silencio, la pausa y una palabra que llega cuando aparentemente todo lo demás se detiene. Esta nueva balada acústica de indie folk es una de esas piezas raras pero valiosísimas, que sin duda invita para que la escuchemos con calma y con el alma abierta.
El artista la describe como "una exploración del yo, expresada a través de la escasez, el espacio y la simplicidad" y es esto lo que exactamente se percibe, a través y desde el primer acorde, en donde la canción exhala y se moldea, lo que permite que sea profunda pero sin ser intimidante, porque además no intenta rellenar cada hueco, sino que también permite que ese vació hable y permita la conexión simple entre el público y la melodía.
Una balada que con una producción minimalista, regala un espacio y momento seguro para aquellos que busquen conectar con su mundo interior u que necesiten abrazar aquellas sensaciones que provocan lo inacabado, y que nos recuerda que a veces, la belleza de la vida, que muchas veces parece esconderse está en donde muy pocas veces nos atrevemos a imaginar.
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