Con un gancho inmediato, Zach Madden nos presenta esta canción que contiene un sonido sofisticado, además de muy dinámico en su sorprendente capacidad para transformar su sonido en tan solo poco más de tres minutos. Y es que sucede que cuando piensas que te has acostumbrado al ritmo y a la tonada, este cambia de golpe, con variaciones de tono y un aumento de energía e intensidad palpables. Esto ocurre durante los coros y a pesar de que no es un tema que carece de movimiento, esto le añade una capa extra de grandilocuencia, porque tanto la voz como los instrumentos manejan este cambio de vibra.
El momento cúspide de esta canción creo que llega en el minuto 1:42, es el puente y nos regala un breve y suave solo de guitarra pero que es muy necesario, cuando termina escuchamos una disminución del ritmo y entonces tal vez pensarás que la canción ha llegado a su fin, pero inmediatamente después regresa con una última pero muy potente chispa explosiva, que es la que hace que nos den ganas de subir el volumen al máximo y mover la cabeza.
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