Desde los primeros sonidos de los sintetizadores envolventes hasta los beats afilados y minimalistas, la producción crea un paisaje sonoro cinematográfico que se siente fácil pero fresco. Las melodías son pegadizas y elocuentes, las cuales moldean una base moderna, construyendo un ambiente que es a la vez nostálgico y futurista. La voz de Iker flota entre capas electrónicas, y transmite emoción sin la necesidad de perder el ritmo.
Es una canción perfecta para perderte en una pista de baile imaginaria (o no), o en una noche templada con audífonos a todo volumen en tu habitación. Es una joya híbrida que nos demuestra que el pasado y el presente se pueden encontrar y crear una armonía perfecta, y que la innovación muchas veces nace del reciclaje emocional de las mejores épocas musicales.
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