Hay una tristeza silenciosa que recorre Calloused, como caminar descalza sobre recuerdos que aún duelen. Caroline Meade no canta el amor como algo suave, sino como algo endurecido, es un callo que se forma después de insistir demasiado tiempo. La canción respira folk en su esencia, pero lo que vibra debajo es pura emoción contenida.
Cada verso va deshilando una relación que se repite en bucle con los mismos errores, las mismas despedidas, el mismo deseo de intentarlo una vez más. Hay una belleza cruda en su honestidad. "Gotta touch the stove to know it’s hot", una frase que resume ese amor que enseña a través del dolor.
La voz de Caroline suena como quien ya ha dicho adiós mil veces en su cabeza, pero todavía se pregunta si queda una despedida más por dar. El arreglo es sencillo, es acústico, cálido, reflexivo y deja que las palabras lleven todo el peso. Es una canción que no grita ni suplica. Solo acepta, con ternura y resignación, que a veces hay que soltar, incluso cuando todo en ti aún quiere quedarse.
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