Heaven Sent es como un rayo de luz inhibida que se va directo a una pista de baile. Con una mezcla de descaro, euforia y producción celestial, Molly Grace nos regala un himno pop tan gloriosamente exagerado como necesario. Influencias disco, voces con alma góspel y letras que oscila entre lo divino y lo profano convierten este despertar sexual en una verdadera epifanía queer.
La canción brilla con una energía que desborda confianza, deseo y alegría. Aquí cada verso es un guiño coqueto, una afirmación de identidad y una invitación para que bailes como si te estuvieran viendo los mismos ángeles… y a ellos les encantará. Así mismo, la producción es impecable, brillante y tan elevada como el mensaje que transmite.
Esta pieza celebra el autodescubrimiento con un tono juguetón y empoderador, sin pedir disculpas. Es un pop con propósito, que amaran aquellos que buscan encontrar lo sagrado y lo divino el el deseo. Esta canción, a un nivel es una bendición.
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