En esta canción, y primer capítulo, Luminiah crea un universo sonoro íntimo y seductor, en donde hay texturas electrónicas sutiles que se entrelazan con una voz que hipnotiza desde el primer verso. Es una pieza inspirada por artistas como BINA y Rosie Lowe, siendo un neo soul que vibra con una sensibilidad en donde se combina lo emocional y lo sensorial en gran medida.
La canción aborda la tensión emocional de ser colocado en un pedestal durante las primeras etapas de una relación. La artista desnuda la incomodidad de esa idealización con una lírica poética y consciente, proponiendo como alternativa una conexión genuina basada en la reciprocidad. La voz fluya entre capas etéreas de sintetizadores y ritmos suaves, lo que refleja a la perfección la confusión emocional al de quien anhela ser visto como una persona y no como una fantasía.
Es una obra musicalmente refinada, y una declaración honesta y vulnerable sobre cómo nos relacionamos con el amor y con nosotros mismos.
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