Esta canción llega como una corriente suave de folk contemplativo que acaricia nuestras almas y nos deja una marca imborrable . Es una invitación a la quietud, al silencio. No sabías que necesitabas esta fórmula en tu día a día, pero ahora tienes el soundtrack perfecto para esos minutos de nostalgia que nos invaden más seguido de lo que nos gustaría admitir.
Su ritmo se siente como un vals, a través de guitarras cálidas y beats que se desgarran en segundo plano. La canción se dio la tarea a plantar sus raíces temáticas con fuerza para lo que viene después en el álbum la pérdida -de varias cosas, personas, lugares- la magnitud cósmica de la existencia y la interminable búsqueda de un hogar... un lugar de pertenencia.
Un folk que te remontará al campo abierto; lo escucharás con todos tus sentidos atentos y el corazón atento, y que junto con su melodía nos hace entender que no se necesita entender cada cosa, basta con sentir e intentar comprender el peso y la belleza de esos pequeños detalles.
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