Los primeros acordes de Allies se imponen como un grito contenido, una explosión emocional comprimida en un envoltorio del rock alternativo moderno. Con guitarras distorsionadas y melódicas, y una voz que maneja resignación y furia sutil, esta canción captura esa sensación de estar al borde, de vivir con los nervios a flor de piel mientras todo está evaporándose en cámara lenta.
Lo que hace especial a este tema aparte de su sonido, es su consciencia y realeza. Aquí no hay poses ni dramatismos vacíos, aquí existe un peso real, una historia que se cuenta en cada verso y estribillo. Es el tipo de canción que sonaría al final de una película en donde el protagonista no ganó pero decidió no rendirse y sabemos que viene una segunda parte.
La composición se mantiene equilibrada a la perfección entre todas las emociones que carga y nos hace sentir, dejando que cada instrumento tenga su espacio y en conjunto se eleven para ser una canción completa y sobresaliente. Es una llamada sincera a la introspección y a poner cartas en el asunto del inconformismo.
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