Con una crudeza que no se toma el tiempo de disfrazarse, esta nueva canción de pop punk emerge desde uno de los momentos más oscuros de Austin Rios: una caída marcada por el alcoholismo, la depresión y el aislamiento social. Lo que podría haber sido un final fatal, se transforma aquí en un grito de redención, construido con guitarras punzantes, baterías aceleradas y una letra que expone a nuestras almas sin filtro.
Escrita durante un tiempo de soledad en la cárcel, la canción combina la energía característica de punk pop con un narrativa tan real que en momentos parece increíble. No se trata solo de rebeldía o angustia juvenil, sino de reconocer el dolor, asumir las consecuencias y elegir levantarse. Es un tema poderoso y catártico, como una declaración de que el camino es posible cuando hay algo (o alguien) por quien correr hacia la luz. A través del caos instrumental y a la apertura emocional lírica, el artista logra un equilibro entre la desesperación y la esperanza.
Este tema no solo se tiene que sentir en el pecho y escucharse con el alma; tenemos que prestar a este testimonio sincero y sonoro de caída, lucha y salvación.
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