Es un tema que no necesita subidas dramáticas ni explosiones instrumentales para dejar huella. Su fuerza está en lo sutil, en su forma de transmitir el dolor y ternura desde un punto de vista contenida y elegante. Si estás en la madrugada con ganas de escuchar música con audífonos para sentirte entendido sin la necesidad de decir mucho, ésta canción es tu mejor opción.
Desde la primera nota, nos instalamos en un territorio sutil en donde la emoción se mueve en espacios amplios, dejando que cada acorde respire, mientras que la batería lenta y la voz ligera del cantante principal, se coloca firmemente mientras explora con calma la fragilidad de decir adiós cuando todo nuestro ser muere por quedarse, ya sea en lugares o con personas que ya no congenian en nuestra vida.
Estamos ante un indie rock de la mejor clase, de ese que no se dedica a competir por la atención, y eso la hace destacar y brillar ante los oyentes para quedarse con ellos mientras lo demás parece estar apagado.
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