Una canción que se siente como la dosis exacta entre una caricia auditiva y una bofetada. Es una pieza de folk rock que nos regala Tante Hedwig, con la cual nos sumergiremos en una travesía de cuando se experimenta el amor como una adicción y como una cura también, casi como si fuera una tormenta emocional que fuera curada por el sonido.
Todo el momento se puede percibir la honestidad típica del folk, con latidos y beats fuertes que se sienten surgir desde el desamor y que poco a poco y armoniosamente se convierte en celebración un poco agridulce con ayuda de la textura de las guitarras cálidas, orgánicas y vividas; y así mismo, la voz es la que carga con el peso del mensaje lleno de vulnerabilidad y con una entrega determinada.
Un tema que se inspiró de la idea de que el amor es una droga natural, el artista logró crear una excelente metáfora: quien se enamora incontroladamente, podría llamarse un Djankie, que prácticamente es un adicto emocional que está en constante búsqueda de elevarse con amor, pero que cuando no hay reciprocidad, el cuerpo y alma tiene que aprender a vivir sin algo que los haga vibrar. ¿Tú alguna vez has sido un Djankie?
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