Estamos ante el claro ejemplo de cuando el dolor se convierte en canción. Es un tema que no sólo se compuso, sino que fue el mejor acompañante para el desahogo; un indie folk pop que te evocarán la sensación de aquella última exhalación después de aguantar la respiración por mucho tiempo. Tienes que escucharlo ya.
Cuenta con una instrumentación suave y 100% honesta que complementa la perfección a una letra que es un cuchillo disfrazado de una voz suave y baja que con una entrega cálida, nos hace una invitación a entrar en un espacio de vulnerabilidad radical y de metáforas de nuestra realidad emocional que tal vez nos da miedo explorar.
La producción logra encontrar un gran equilibrio sonoro entre lo melancólico del folk y lo íntimo del indie pop que permite que cada instrumento brille, y que el público pueda permitirse el disfrute de la catarsis a través de la música y que pueda fluir en su dolor.
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