Es una canción que decidió habitar en la frontera entre la fragilidad y la fe. Está inspirada en la nostalgia por la inocencia perdida, en la lucha silenciosa contra la ansiedad y la luz que aún lucha por entrar en los pequeños huequitos. Es una balada indie folk que nos invita a tomarnos un ratito y a mirarnos por dentro. Si alguna vez has estado en esa posición y te has sentido así, este tema resonará mucho contigo.
El artista define la canción como una representación de la luz, y esta intención se refleja musical y líricamente. La pista comienza y se sostiene con un piano acústico suave y que atrapa, además de que funge como refugio emocional. A lo largo de la melodía, las voces se entrelazan en armonías delicadas, y conforme al avance, Yera se va abriendo hacia un final más instrumental, lo que se siente como si el silencio fuera el que ahora se está expresando.
Si disfrutas de perderte en paisajes sonoros que te liberen hacia un estado de luz y consciencia, ¡felicidades! encontraste una joya escondida que no saldrá de tu mente por mucho tiempo.
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