Una canción que destaca por sentirse elegante y sutil, porque de esta manera regala al público una experiencia sonora auditiva cálida, envolvente y hasta podría decirse que satisfactoria. D-Rock demuestra una vez más que pronto será uno de los mejores exponentes del género.
Desde los primeros instantes y acordes, la pista se percibe lenta de una manera disfrutable, lo que hace que el público se sumerja en una atmósfera profunda e íntima. Siendo una producción minimalista, los detalles sutiles de los instrumentos se saborean de una mejor manera y vuelve más interesante la canción.
El trabajo y arreglo vocal es impecable; la voz principal se mezcla perfectamente con los coros pegadizos que se van elevando hacia el estribillo, lo que genera una armonía irresistible, llena de sensualidad y emocionalidad, que se quedará con el oyente mucho después de que termine la canción. Cada palabra resonará de manera intensa y sincera a través de la voz cálida y erotismo sensato, que te mantendrá con un sentimiento de no querer que la canción termine jamás.
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