Este remix es una reinvención que se atrevió a caminar en la línea que está entre el indie pop y el jazz acústico, lo que nos regala una nueva escucha emocional de la canción original. Estás a punto de escuchar una pieza pop alternativa que llega a sentirse etérea, cálida y experimental, todo al mismo tiempo. ¡Prepárate y dale play!
Un factor que destaca bastante es la voz de Lykke Li, que se percibe clara y nos genera la sensación de flotar entre los arreglos minimalistas de la canción, que brilla con un halo diferente, más íntimo y emocional, que entra sin permiso hasta nuestra cabeza y se quedará ahí durante un buen tiempo.
Es una producción que está llena de contrastes: hay un uso genial y pensado del vibráfono, además los silencios medidos e instrumentación contenida crean una atmósfera esotérica, pero jamás se desapega de la vibra pop que hace que el público se ancle a ella emocionalmente. Es dulce pero intrigante, que sin duda agradará a todos aquellos que la escuchen, sin importar favoritismos.
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